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Personaje

Augusto Cavallini, el hombre que hace camino al andar

De los campos de Italia a un continente lejano. Augusto Cavallini cruzó el Atlántico para emprender un viaje impensado donde sembró amistades para toda la vida.

Por Inti Picado
comunicaciones@acccsa.org

Augusto recuerda su infancia con una claridad asombrosa, como si cada escena de su vida estuviera grabada en su memoria, con la misma precisión de ayer, cuando jugaba al fútbol en la plaza de su pueblo natal. Nació en Latina, una ciudad al sur de Roma, en 1951. “Soy hijo del pantano”, dice con una sonrisa. Su ciudad, antes una extensión de tierras húmedas e inhóspitas, fue transformada en una zona agrícola en épocas de Mussolini. “Crecí en un pequeño burgo de apenas 300 habitantes, contando gatos y perros”, nos dijo entre sonrisas. Ahí, la vida transcurría entre campos, juegos en la plaza frente a la iglesia y el inquebrantable sentido de comunidad que solo los pueblos pequeños pueden forjar.

En aquel entonces, el fútbol era su gran pasión. En la plaza, después convertida en cancha deportiva, jugaba sin descanso, hasta que un día, unos reclutadores de la Lazio lo vieron en acción. Así comenzó una de las primeras grandes aventuras de su vida, que lo llevó a Roma y, más tarde, a Catania. Fue arquero en equipos juveniles, con el sueño de hacer carrera en el fútbol profesional. Sin embargo, al cumplir 18 años, se dio cuenta de que no podría competir al más alto nivel. Y pragmático como es, dejó el fútbol de lado.

Lo que vino después fue un giro inesperado, pero que, con el tiempo, definiría su carácter. Tomó un camino que combinaba disciplina, estrategia y servicio: se convirtió en miembro del cuerpo especial de seguridad de los Carabinieri, protegiendo al presidente de la República Italiana.

Durante cuatro años, su vida transcurrió en el Quirinal, el majestuoso palacio presidencial de Italia. Era un mundo de protocolos estrictos, seguridad de alto nivel y un acceso privilegiado a las esferas más altas del poder. Sin embargo, incluso en medio del esplendor del palacio, Augusto nunca perdió de vista su esencia: era un hombre del pueblo, alguien que entendía el valor del esfuerzo y la importancia de las relaciones humanas.

Además, la vida tenía otros planes para él. Con el tiempo, la seguridad presidencial dio paso a una carrera en el mundo financiero. Ingresó a la banca y comenzó a viajar, primero a Londres, París y Madrid, luego a Argentina y Brasil. En Venezuela, vivió el auge económico de los años setenta y vio de cerca el poder y las contradicciones de un país sostenido por el petróleo. Luego, en Colombia, se involucró en la financiación de Ecopetrol, aprendiendo de primera mano los entresijos del sector energético.

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El giro hacia el mundo de la industria

En 1982, su vida tomó un nuevo rumbo cuando se estableció en Miami. Allí, el mundo bancario le abrió las puertas a nuevos sectores y oportunidades. Pero su gran salto llegó en 1987, cuando decidió dejar la banca para unirse a Perini, una compañía italiana de maquinaria para la producción de papel y cartón. “No era alguien con mucho nivel académico, pero era un genio, que inventó una manera de hacer los rollos de papel higiénico a 1000 metros por minuto. De un mercado mundial de 140 millones de dólares, Perini vendía 100”, dice, recordando a Fabio Perini, su fundador.

Fue a través de Perini como descubrió la industria del cartón corrugado y quedó fascinado por su dinamismo. Fue testigo de cómo la innovación podía transformar un sector y de cómo, con la tecnología adecuada, era posible optimizar procesos y aumentar la eficiencia. Fue en ese contexto donde supo de la compra por parte de Perini de Fosber, una empresa que en aquel entonces era pequeña, pero que con el tiempo se convertiría en una de las gigantes del sector.

Tras diez años en Perini, en 1992, durante una convención de ACCCSA, su vida tomó el rumbo definitivo que el destino le tenía escrito. Fue en aquel evento que conoció a los Harper, quienes andaban buscando a un gerente para Latinoamérica. Después de varias conversaciones en Charlotte, Carolina del Norte, sede de HarperLove, tomó la decisión de aceptar el cargo que por las siguientes tres décadas lo tendría en la empresa.

“De un negocio prácticamente inexistente, construimos un negocio millonario”, dice con orgullo, tras su paso de treinta y dos años y seis meses por la empresa, de donde se retiro en enero de 2025 con el cargo de Vicepresidente de ventas internacionales.

El arte de las relaciones y el liderazgo en la industria

Hablar con Augusto Cavallini es recorrer la historia de la industria desde una perspectiva privilegiada. Conoce a los actores clave, ha estado presente en los momentos decisivos y ha sido testigo de la evolución de un sector que, en sus propias palabras, ha pasado de ser un oficio de operarios con overoles manchados a convertirse en un sector dominado por tecnología de punta.

Su visión sobre el futuro es clara: la industria debe reinventarse para atraer a las nuevas generaciones.

“Si se sigue presentando la industria como un trabajo pesado, sucio y de esfuerzo físico, los jóvenes no van a interesarse. Pero si se muestra que hoy las corrugadoras son operadas con sistemas digitales, con software avanzado y maquinaria automatizada, vamos a atraer a una nueva generación de técnicos e ingenieros”, explica.

Además de su trayectoria en la industria, Augusto es un hombre de profundas convicciones sobre la importancia del liderazgo. Para él, un líder no es aquel que impone su visión, sino el que construye puentes, abre caminos y permite que otros crezcan.

“Nunca me ha gustado la gente que se queja. Prefiero invertir mi tiempo en cosas que generan resultados. Reclamar es fácil. Construir es lo difícil”, afirma con determinación.

Un nuevo capítulo: compartir la experiencia

Hoy, tras su retiro, Augusto no se ha alejado completamente del sector que lo vio consolidarse como profesional. Con décadas de experiencia, ha decidido poner su conocimiento al servicio de quienes buscan crecer en la industria con la creación de Augusto Cavallini Consulting Co. A través de su consultoría, ofrece asesoría estratégica, contactos clave y un entendimiento profundo del negocio.

“Tengo una experiencia de 40 años en la industria del packaging, especialmente en el cartón. Viví una época en la que todo el mundo abría las puertas. Tuve la oportunidad de visitar la industria en muchos países, conocer a los grandes actores, pero también a los pequeños, prácticamente a todos. No solo conozco el negocio a nivel de planta, sino también a nivel corporativo: los dueños, los directores y los tomadores de decisiones”, nos dice Cavallini.

“Ahora, con todos esos conocimientos adquiridos a lo largo de los años, ¿qué hago? Ofrezco mi experiencia a quienes buscan impulsar su negocio. Sé a dónde llegar, a quién contactar y qué piezas mover. Eso es lo que puedo aportar”, agrega.

Cuando se le pregunta qué lo motiva, su respuesta es clara: compartir su conocimiento y ayudar a otros a encontrar su propio camino.

“Durante mi carrera, he aprendido que el éxito no se trata solo de vender más o de expandir un negocio. Se trata de entender a las personas, de generar confianza y de construir relaciones a largo plazo”, explica.

Hoy, en su casa de Miami, rodeado de libros y música italiana, junto a su esposa Patricia, sigue conectado con la industria, asesorando a empresas y asistiendo a eventos clave como la Convención de ACCCSA, donde cada año se reencuentra con colegas y amigos de toda la vida.

Cuando se le pregunta qué consejo daría a las nuevas generaciones, su respuesta es simple pero contundente:

“Aprendan idiomas. Viajen. Conozcan el mundo. Y sobre todo, nunca dejen de aprender”.

Esa ha sido su filosofía de vida. La misma que lo llevó de un pequeño burgo en Italia a convertirse en un nombre clave en la industria de los adhesivos en Latinoamérica. Y la misma que, sin duda, seguirá guiando su camino.

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[Archivo personal]

Nombre: Augusto Cavallini
Edad: 74 años
Esposa: Patricia

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[En breve]

¿Qué palabra o frase le gusta?
Nunca hay que darse por vencido.

¿Qué no le gusta?
No me gusta la gente que llora, que reclama.

¿Qué sonido le gusta?
Me gusta mucho la música romántica. Los italianos clásicos: Lucio Battisti, Lucio Dalla, Mina. Y me gusta un cantante como Luis Miguel. Sus melodías son fantásticas.

¿Qué sonido no le gusta?
No son muy amante del rock; esa música violenta que te entra en la cabeza.

¿Qué otra profesión, aparte de la suya, le hubiera gustado ejercer?
Periodista. Yo, de hecho, cuando jovencito, escribí en algunos periódicos.

¿Qué profesión nunca le hubiera gustado ejercer?
Hay algunos tipos de profesiones que no son para mí. Que hay que ser muy meticulosos. Cómo ser contador. Me aburre mucho.

¿De qué se siente orgulloso?
De haber sido un muchacho nacido en un pequeño pueblo que tuvo la oportunidad de viajar. Hablo cinco idiomas. He tenido la suerte de ser un ciudadano del mundo.

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